Conforme nos vamos acercando al pueblo, un penetrante olor a Jara nos avisa de la zona en la que nos encontramos. La vista de las últimas estribaciones de los Montes de Toledo nos reconfortan y alivian de los desencantos de una carretera, por desgracia, no demasiado buena.

Tanto si llegamos por la carretera de Los Navalmorales, como si lo hacemos desde la de Talavera, nuestra referencia será una gasolinera, instalada recientemente, perfectamente visible; desde allí comenzamos nuestra andadura por la c/ Fernando Cadalso, en cuyo comienzo encontramos el Cuartel de la Guardia Civil y unos metros más adelante el  Colegio Público; al final de la misma no encontramos en la Plaza de la Constitución donde podemos observar algunas casas nobles construidas a principios del siglo pasado. Haciendo chaflán entre la citada  y la inmensa Plaza de España está el Ayuntamiento y, en un altozano de la misma, el edificio más importante de la Villa de Espinoso del Rey, su Iglesia Parroquial, cuya construcción es de gran solidez, compuesta de piedra granítica, labrada en sus esquinados; el centro de esta magnífica plaza está cuidadosamente ajardinado, adornada con algún elemento típico, como es un molino de piedra antiguo y una fuente ornamental, recubierta de cerámica, con motivos alusivos al pueblo.

Aneja a la anterior está la Plaza del Obispo Granados ( antes plaza del Sol ), dedicada a éste por ser uno de los hijos más ilustres que ha dado la Villa, con una vistosa fuente en el centro, y desde la cual podemos observar el Campanario de la Iglesia.

Continuamos por la C/ Real y  así, llegamos a la Plaza del Rollo , nombre dado por el antiguo Rollo de Justicia,  ubicado en un extremo de la misma y rodeado de un bonito jardín y una refrescante fuente de piedra.

Abandonamos esta plaza por la C/ Huertas, para adentrarnos en la parte con más sabor rural de la Villa, así podemos observar en alguna fachada las anillas donde se ataban las caballerías y las casas construidas con piedra y barro, típicas de la Jara; por la Travesía y la C/ Amargura,  llegamos a la C/ La Cueva, llamada así por existir en su subsuelo una profunda cueva, con partes aún inexploradas y que, según algunos historiadores, pudiera tener su origen en las antiguas Catacumbas de los cristianos; en esta zona se conservan algunas casas construidas sobre las rocas graníticas. En todo el barrio procuraremos tener nuestra cámara a punto, puesto que hay numerosas edificaciones con la estructura serrana que nos habla del origen humilde y agricultor de sus moradores.

De vuelta al centro de la Villa, podemos reponer fuerzas en alguno de los modernos establecimientos de restauración del pueblo, donde pondremos en orden nuestras notas de viaje y guardaremos a buen recaudo los carretes de nuestra cámara de fotos.

Antes de abandonar el pueblo es de visita obligada, en la Carretera de Torrecilla, a escasos quinientos metros, le Ermita de Ntra. Sra. De los Remedios,  una joya arquitectónica del Siglo XVII.

               ¡¡¡¡Gracias por su visita!!!!